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miércoles, 28 de febrero de 2007

George Bush: El heredero de la dinastía siniestra


Las acusaciones llueven sobre el actual presidente de los EE.UU. Según varios investigadores, George Bush, como su padre, el ex-presidente son miembros de una sociedad secreta: Skull and Bones (la Orden de la Calavera y los Huesos), algunos de cuyos miembros han sido denunciados por crímenes que van desde el narcotráfico a la conspiración política. ¿Nos encontramos ante exageraciones «conspiranoicas» o ante un poder oculto decidido a hacerse con el control del planeta?
Su imagen es conocida en todo el mundo. Para la mayoría, su nombre se asocia a un conservadurismo a ultranza, partidario acérrimo de la pena de muerte. Se trata de George Bush, Jr., calificado de bruto e indocumentado por conocidos intelectuales de su país. En el reciente Festival de Cine de la Mostra de Venecia, el director Robert Altman declaró que si salía elegido como presidente en noviembre él abandonaría los EE UU.

Pero lo que pocos conocen es el lado oculto de este hombre. Como su abuelo, el senador Prescott Bush, como su padre George Bush y otros varones de su familia, el candidato pertenece a una sociedad secreta de siniestra fama. Según han denunciado varios investigadores independientes, algunos de sus miembros estarían implicados en una serie de crímenes que van desde el tráfico de drogas al racismo partidario de políticas eugenésicas para reducir drásticamente la población del Tercer Mundo y de las minorías étnicas en EE UU. La profanación de tumbas y cadáveres sólo sería, según estas acusaciones, un elemento ceremonial que ilustra las señas de identidad de dicha sociedad.

El 1 de mayo de 1990 la tumba del general Omar Torrijos fue profanada. Unos desconocidos que hablaban con acento extranjero robaron las cenizas de este líder, símbolo de la resistencia ante el poder neocolonial de EE UU. Con el fin de celebrar la reinstauración en el país del poderío norteamericano, estos profanadores sellaron con este ritual la obtención de un nuevo trofeo: las cenizas del general que, según sus partidarios, fue asesinado por la CIA. La operación realizada en Panamá, presuntamente financiada por La Orden de la Calavera y los Huesos, no haría sino continuar una siniestra tradición. Así lo denunciaba NACLA Report on the Americas, una revista política con ninguna afición por el «ocultismo», en su editorial de junio de 1990.

Más de medio siglo antes de que George Bush padre lanzara contra Panamá la Operación «Causa Justa», la Orden a la que pertenecía el presidente ya había hecho lo mismo con el cadáver del revolucionario mexicano Pancho Villa; unos desconocidos abrieron su féretro y le cortaron la cabeza. Se asegura que Skull and Bones, la sociedad secreta formada por la élite de la universidad de Yale, pagó por ella. En mayo de 1918, el senador Prescott Bush -padre del expresidente de EE UU y abuelo de quien compite en estos mismos días por alcanzar el mismo honor- profanó junto con otros miembros de esta sociedad el sepulcro de Gerónimo, el legendario jefe rebelde de los apaches. A mediados de los 80, Ned Anderson, líder de la tribu de San Carlos, reunió documentos, fotografías y otras evidencias sobre esta profanación. Uno de los cómplices de Prescott Bush, Neil Malion, se encargó de «echar ácido sobre la cabeza de Gerónimo, quemando la cabellera y la carne» para que pudiera ser expuesta en sus rituales nocturnos. Esta unión se habría afianzado en el campo de los negocios. Prescott Bush fue quien catapul-tó a Neil Malion a la dirección de Dresser, donde tendría su primer empleo el ex-presidente George Bush, que bautizó con el nombre de Neil a uno de sus hijos.

Ned Anderson consiguió una entrevista con un representante de la Orden, al que solicitó la devolución de los huesos de Gerónimo. Anderson afirma que obtuvo una respuesta afirmativa, aunque no formalmente, transformada en decepción al día siguiente, ya que el interlocutor de la Orden faltó a la cita concertada. El personaje que evadió el compromiso para ganar tiempo y esconder los restos de Gerónimo era Jonathan Bush, hermano del candidato.

Entre los alumnos de Yale, promoción tras promoción, corre desde el siglo pasado el rumor de que la forma más rápida y segura de acceder a una carrera de brillante porvenir en los círculos del poder es pertenecer a este «club» privado, que recluta a sus miembros entre los alumnos y los docentes de Yale. Una vez admitido, el nuevo adepto se compromete a no revelar ningún aspecto de sus actividades internas, incluyendo mantener en secreto su pertenencia y negar cualquier vínculo con ella.

Fuente: formarse.com

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